Este fue mi segundo Barco de vapor (todos los ilustradores españoles tenemos, por lo menos, uno, en nuestro haber). Me encantó vérmelas con el texto de Belén Gopegui, un cuento donde las niñas no sueñan con ser princesas y la protagonista viaja, como una nueva Alicia, por un mundo onírico habitado por curiosos personajes. Sé que a la autora le gustaron mucho las ilustraciones, lo que siempre es reconfortante. Las ediciones, desde que se editara allá por el año 2009, siguen sucediéndose, tanto en España como en América. Es agradable comprobar que el mundo editorial, tantas veces convertido en fosa común de proyectos, horas de trabajo e ilusiones, puede mantener con vida trabajos hechos desde el cariño y la honestidad.