Que el amor por la lectura y la escritura hayan coincidido con una extensa trayectoria como diseñador de cubiertas de libros se antoja, casi, un proceso natural. Durante una larga temporada, ejercí como director de arte de las colecciones de Península y Proa, hasta que Edicions 62 se integró en el grupo Planeta y cambiaron las dinámicas de colaboración entre los editores y los diseñadores externos. He leído, sin embargo, muy pocos de los libros a los que «he vestido» gráficamente, aparte de algunos clásicos inevitables: me he manejado con informes de lectura y las directrices de los editores. Mejor así. Al diseñador gráfico se le pide que comunique lo que la editorial desea explicar acerca del libro; no su propia experiencia como lector, personal, intransferible y no siempre representativa.